¡Cuánto daño ha hecho al artista encasillarse dentro de la bohemia! Parece que hemos olvidado no sólo la importancia, sino la dureza, de una de las disciplinas más antiguas y necesarias para el ser humano: el arte. Para aquél que elige ganarse la vida pegado a un instrumento, un pincel o una pluma, la vida se convierte en una carrera de obstáculos; sin becas, sin ayudas, sin reconocimiento. El peso del dinero arrastra a actores, músicos, pintores y poetas… parece que no queremos dar cabida a la creatividad dentro de un mundo en el que el utilitarismo lo ha pintado todo de blanco y negro.
Hoy me he dado cuenta,
no sirvo para nada,
no soy útil.
Mis pensamientos
no se traducen en monedas,
y mi obra no alimenta
el capital de nación alguna.
Es cierto, es innegable.
Tan sólo,
doy color a la vida,
y riego las flores
de…
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